Lejía o amoniaco, ¿cuál es mejor?
Analizamos dos de los productos más utilizados en la limpieza del hogar
Si hiciésemos una encuesta, seguro que los dos productos que no faltan en los hogares, básicos en la limpieza, son la lejía y el amoniaco. Ambos son muy eficaces pero, ¿sabemos cuándo utilizar uno u otro? ¿Es mejor la lejía? ¿Es mejor el amoniaco?
La respuesta sería "depende". La lejía es un desinfectante, mientras que el poder del amoniaco se basa en su potencia como desengrasante. Por lo tanto, los utilizaremos dependiendo del tipo de suciedad que queramos eliminar, la superficie sobre la que vayamos a aplicar el producto, entre otras cosas.
La lejía es un básico polivalente. Lo podemos utilizar en baños, lavabos, bañeras, azulejos, etc. Por otro lado, también es muy eficaz para eliminar las manchas en los tejidos blancos, nunca de color.
El amoniaco es un potente desengrasante por lo que nos servirá para la limpieza de muchísimas superficies: cocinas, suelos, alfombras, moquetas, azulejos, cristales... La verdad es que en el caso de los cristales, el amoniaco da muy buenos resultados. Además, incluso tenemos amoniacos específicamente formulados para poder utilizar en lavadora dando extraordinarios resultados en prendas especialmente sucias.
Es decir, que la elección de lejía o amoniaco dependerá, en gran medida, de qué es lo que queramos limpiar y cuál es el objetivo que persigamos: desinfección o desengrasar.
Y, lo más importante, son dos productos que NUNCA se deben mezclar puesto que al combinarse se produce una reacción química que genera un gas llamado cloramina que resulta altamente tóxico.